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EL Cristo de la Agonía Redentora de Salamanca vuelve a desfilar 4 años después

La imagen luce una peluca de pelo natural que, en parte, fue donado por una devota aquejada por un tumor cerebral quien, “a Dios gracias”, logró salir adelante

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Durante la medianoche de este Miércoles Santo, la Real Cofradía Penitencial del Santísimo Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora regresará, si las nubes no lo impiden, a las calles de Salamanca. Será, de facto, ya Jueves Santo cuando los cofrades, ataviados con el blanco impoluto de la túnica y el capirote y con el rojo del fajín, hagan acto de presencia tras la Puerta de Ramos de la Catedral Nueva en medio de la promesa de silencio. Se habrán cumplido tres años desde la última vez que pudieran hacerlo. Y es que, a los dos años de obligado aplazamiento por la pandemia, hay que sumar la lluvia de 2019 que dejó la cosa en un insípido vía crucis por dentro del templo. El presidente electo de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, anunció su presencia en la procesión.

A hombros de los hermanos, la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía Redentora, la más antigua de la Pasión salmantina. Una talla de principios del siglo XVI, de autoría anónima, que se cree pudo ser esculpida en 1525 por Juan de Valmaseda, en base a las similitudes que guarda con alguna de sus obras, aunque no está confirmado, pues se pierde su pista antes de 1836 cuando fue rescatada del Convento de las Isabeles en plena la Desamortización de Mendizábal. Cuando de nuevo enfile la bajada de la calle del Tostado, uno de los momentos cumbre de la procesión, lo hará con su melena de pelo natural al frío viento de abril en la madrugada salmantina.

El cabello del Cristo tiene su enjundia. Según reconoce el hermano mayor de la cofradía, Julián Alcántara, siempre tuvo pelo natural. “Es más, el autor cuando concibe la escultura lo hace para ponerle peluca. Hay gente que dice que se le añadió después. Mentira. Las fotos que tenemos muestran que es un Cristo que fue tallado expresamente para ponerle peluca”, reitera sobre una de las curiosidades más llamativas de la Semana Santa de Salamanca. Cuando empezó a salir en procesión, llevaba una melena que posiblemente datara de principios del siglo XX y, tras una centuria, estaba “totalmente destrozada”, así que los hermanos se plantearon varias posibilidades para sustituirla.

 

David Arranz. / ICAL. Cristo de la Agonía Redentora en la Catedral de Salamanca

 

Una de ellas fue comprar una nueva. Y así lo hicieron. Sin embargo, era de pelo sintético y, según destaca Alcántara, “no cuadraba con la imagen”, hiperrealista y de potente expresividad, mostrando a Jesús lanceado y ya muerto con los ojos y la boca entreabiertos. Desestimaron aquella idea y regresaron a su centenaria peluca de pelo natural, pero conservaron la intención de confeccionar otra para sustituirla. Alguien se comprometió a colaborar con dicho cometido mediante una donación anónima y, más tarde, recibieron otra de mayor entidad. La promesa de una hermana, que llevaba el pelo muy largo, sirvió para que se lo dejara crecer aún más y, finalmente, cumpliendo con lo adeudado al Cristo, “prácticamente se lo rapó” para entregárselo.

 

 

Así comenzó a tejerse la actual peluca de la imagen. Sin embargo, fue una devota de la cofradía, que no era hermana, quien completó el proceso. Por desgracia, esta mujer fue diagnosticada con un tumor cerebral, de modo que tuvo que ser operada y, justo antes de la intervención, se cortó el cabello para donárselo a los hermanos para acabar de confeccionar la peluca del Cristo de la Agonía Redentora. Según recuerda Julián Alcántara, “a Dios gracias”, aquella devota salió adelante. “Yo siempre digo una cosa: la ciencia médica es la ciencia médica, pero no nos podemos apartar de que una mano, pues es una mano. Si somos creyentes, debemos creer que algo tuvo que ver. Es como el que va a pedir para aprobar una oposición. El Cristo le puede ayudar en un momento dado, pero si no ha estudiado no le va a iluminar la mente”, reflexiona con fe.

De aquello han pasado ya aproximadamente dos décadas. Ahora, la peluca luce espléndida cada Semana Santa gracias al tratamiento profesional que le aplican en una peluquería salmantina. “Tenemos este ofrecimiento y todos los años nos la lavan y nos la dejan en perfectas condiciones para que vuelva a procesionar. Está igual de bien que cuando se hizo. Está perfecta. El trabajo que esta peluquería le hace, ya lo quisiera yo para mí”, bromea el hermano mayor.

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