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El fuego cubre Salamanca de tristeza y resignación

Un foco del incendio de Monsagro se descontrola de madrugada y obliga a desalojar Morasverdes y Guadapero mientras sus vecinos contemplan con recelo y preocupación la devastadora acción de las llamas

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No fue hoy la luz del sol la responsable del despertar en la zona sur del Campo de Yeltes. Tampoco el canto del gallo, ni el trinar de los pájaros. Tal vez fueran las luces sobre el techo de alguna patrulla de la Guardia Civil o, directamente, el centelleo de las llamas desbocadas con virulencia descendiendo desde las laderas de la Sierra de Francia más cercanas. Caras de resignación, tristeza y muchas prisas. Nervios entre los vecinos, pero sosiego y control entre los agentes, dotados de reciente experiencia en su empresa. El quinto día del voraz incendio de Monsagro trae el desalojo de otros dos municipios, Guadapero, entidad menor de Serradilla del Arroyo, y Morasverdes.

Alejandro García es el alcalde de la segunda. Dedicado al ganado, le faltan manos para ayudar en las tareas de extinción del incendio. Se le está quemando la finca y está muy nervioso. “Esto es terrible, una desgracia. Por los menos no ha habido que lamentar pérdidas humanas”, responde fugazmente a los medios de comunicación que ‘revolotean’ por la zona. Y vuelve, manos a la obra para ayudar en lo posible a alejar las llamas de su pueblo. Mientras, sus vecinos, parten hacia donde pueden. Algunos, a casa de sus familiares. Otros, quienes no tienen esa posibilidad, camino de Ciudad Rodrigo donde serán acomodados, como los vecinos de Monsagro.

 

José Vicente / ICAL . El avance del incendio forestal de Monsagro obliga al desalojo de Guadapero y Morasverdes (Salamanca)

 

Fuentes de la Junta comunican que una lengua de fuego procedente del incendio principal ha bajado por una colina y, justo cuando estaba a punto de ser controlada, se ha vuelto a desbocar por culpa de un golpe de viento, que ha experimentado rachas fuertes y cambiantes durante toda la madrugada. Así, las llamas han virado hacia Guadapero, y los brigadistas se han tenido que afanar en controlar la lengua por los laterales para que no se extendieran ni hacia El Maíllo ni hacia otros municipios. Desde anoche, allí se encuentra el Puesto de Mando Avanzado del operativo, antes ubicado en el Paso de los Lobos de la Peña de Francia. El consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, sigue de cerca sus evoluciones. Mientras, en la zona de Las Batuecas, la zona más peligrosa sigue justo encima del Monasterio se San José, desalojado ayer.

A algunos kilómetros de distancia, justo en la zona que separa los dos pueblos evacuados hoy, Florián, un pastor de Morasverdes, sigue de cerca todo lo que acontece. Mientras, los helicópteros trabajan sin descanso en el refresco de la zona. Aprecia como “una gran suerte” que el término municipal esté rodeado por terrenos agrícolas. “El monte es el monte y en el monte es imposible controlar el fuego”, comenta. De hecho, explica que el fuego que descendía desde la sierra pudo, en efecto, ser controlado al llegar a un territorio sembrado. El problema, piensa, es que “ponen tantas pegas para limpiar el monte que esto tenía que pasar”. “Quieren que esté todo verde, pero esto no es el norte, y en verano se seca”, apostilla.

 

 

Por suerte, ha podido poner a buen recaudo a sus ovejas. Como él, los ganaderos de la zona se han afanado en buscar ubicaciones alejadas de las llamas para todos sus animales. Tras una mañana complicada, el pastor narra para Ical lo ocurrido al amanecer. “Ha llegado a primera hora la Guardia Civil y nos ha dicho que había que evacuar. Conseguimos aguantar un par de horas, pero al final tuvimos que irnos. Preguntaron quién estaba enfermo para ayudarles en primer lugar” comenta. Un autobús se encargó de trasladar a las personas con mayores dificultades.

Relato parecido es el de Luis, quien llegó anoche al pueblo desde Burgos para pasar sus vacaciones, como cada verano. Su mujer es de allí, donde aún viven sus suegros, de 90 y 92 años. “Sabíamos del incendio, aunque en principio no nos preocupaba. Pero ya a la una de la mañana veíamos por la cordillera del Copero que había bastantes llamas y tal. Eso sí, nos acostamos tranquilos porque parecía que estaba controlado y no era peligroso”. Sobre los ocho de la mañana la cosa cambió. “Empezamos a escuchar jaleo y salimos a la puerta”, recuerda.

 

 

La Guardia Civil ya se había desplegado por las calles del municipio y comunicaba casa por casa la necesidad de irse “inmediatamente” argumentado, llanamente, motivos de seguridad. “La verdad es que ahora está feo”. Luis comenta a Ical que la mayoría de vecinos se ha ido a casas cercanas de parientes suyos. Ellos, por ejemplo, se van a Dios le guarde, no muy lejos, dentro de la comarca mirobrigense en el Campo de Yeltes pero, por el momento, fuera de peligro. Cifra en unas 15 o 20 personas las que se han subido en el autocar camino de Miróbriga. “Por suerte teníamos aún la maleta hecha. Nos hemos ocupado de mis suegros, luego hemos vuelto a recoger un poco y hemos podido salir rápido”, explica.

Todo normal. No obstante, no toda la evacuación ha seguido los mismos derroteros. Según pudo saber Ical, un matrimonio que vivía a las afueras del municipio, en una casa apartada, ha puesto serios problemas para obedecer a las autoridades. De hecho, fuentes del Servicio de Extinción de incendios confirman que la cosa se ha puesto tan violenta que han llegado a agredir a los agentes que trataban de evacuarles. No querían abandonar a sus animales. Sin llegar a ese extremo, Ana, otra ganadera de Morasverdes, se mostraba preocupada por sus potros. “He estado viendo toda la noche las lamas del incendio en la colina que está al lado del pueblo y voy a intentar irme lo más tarde posible”. Al final, ha sido “la penúltima”.

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