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El termalismo gana terreno en la última década en Castilla y León y ya genera 22 millones de negocio y 425 empleos

Castilla y León es la tercera comunidad con mayor producción de agua mineral, con 915 millones de litros, por detrás de Comunidad Valenciana y Cataluña

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El termalismo en Castilla y León goza de buena salud y en la última década está ganando terreno, además de que se espera que siga creciendo en los próximos años, si bien la oferta en la actualidad está “anclada”. El sector ha alcanzado un volumen de negocio que supera los 22 millones de euros en los nueve establecimientos termales repartidos por la geografía autonómica, y en los que se generan un total de 425 puestos de trabajo.

La Asociación de Balnearios de Castilla y León reconoce la “buena salud” del sector, que hace una década ofrecía la misma oferta repartida también en nueve balnearios, aunque en aquella época el volumen de negocio alcanzado era de 19,5 millones de euros (un 13 por ciento menos) y los empleos con los que contaba el sector se limitaban a 320, es decir, un 33 por ciento menos.

Pese a su estancamiento actual, las previsiones son optimistas, en especial teniendo en cuenta la evolución en materia investigadora que está propiciando que médicos de cabecera estén recomendando a sus pacientes acudir a los balnearios para tratarse de ciertas patologías. “Eso antes no ocurría”, reconoce a Ical el vicepresidente de la Asociación de Balnearios de Castilla y León, Ángel Lois. “Vamos hacia una comunión entre la comunidad sanitaria y los balnearios” porque hay que entender estos establecimientos como “un sitio donde la gente tiene que ir a curarse”.

Igualmente, está previsto que próximamente pueda haber nuevas aperturas, como un balneario que se está construyendo al sur de la provincia de Zamora, en la zona limítrofe con Portugal y que podría abrir sus puertas “a finales de este año o principios del siguiente”, explica Lois. También la Junta de Castilla y León reconoce que se encuentra “en fase avanzada” de autorización un aprovechamiento de aguas mineromedicinales en la provincia de Valladolid y otro en Soria.

El prestigio de los balnearios se sustenta en la calidad de sus aguas, procedentes de las profundidades de la tierra que, a lo largo de todo su recorrido, se nutren de los minerales que aportan posteriormente “para poder curar”, convirtiéndose así en un agua ‘milagrosa’ para patologías articulares, reumáticas o dermatológicas. “La gente con esas patologías se mete en ese agua y la mejora es ostensible”, aclara Lois.

Reconocidos como centros sociosanitarios más que como lugares turísticos, Lois explica que “lo primordial” en estos centros termales es “la cura de patologías”, si bien hay personas que también acuden a estos complejos como centros turísticos, ya que ofrecen “un ocio placentero” además de poder tratar en poco tiempo algunas patologías como el estrés, al conseguir “una relajación total”. Más del 75 por ciento de los ingresos en los balnearios son derivados de los tratamientos largos de los clientes mientras que el 25 por ciento proceden de un público que hace “escapadas cortas” aunque sean motivadas también por el cuidado de la salud.

Además, Lois apostilla que en muchos casos se hacen tratamientos preventivos. “Pasar aquí dos o tres días sirve de prevención para patologías de futuro”, de ahí la importancia que tiene en esta materia la educación desde edades tempranas, algo en lo que ya se viene trabajando para hacer que los niños disfruten del agua “como un juego” y conseguir “que se enganchen poco a poco” y se conciencien de la importancia de prevenir, en especial patologías relacionadas con lumbalgias o articulaciones.

 

Spas y balnearios

Aunque la traducción del término ‘spa’ del inglés equivale a balneario, desde la Asociación de Balnearios de Castilla y León aclaran que los spas urbanos o de hoteles “no tienen nada que ver” porque son lugares que no utilizan agua mineromedicinal. “Hay gente que no lo distingue, pero quizá es que no sabemos comunicar lo especial del agua que tenemos” ya que un balneario “tiene que tener agua mineromedicinal y su identificación” con los tratamientos a los que se deriva o las patologías, mientras que los spas son “aguas tratadas mediante productos químicos y calor para dar placer, pero no para curar”.

Lois no oculta que “va a costar” hacer llegar ese mensaje para que se diferencien ambos tipos de complejos, y pone el ejemplo de aquellos clientes que llegan a un balneario acostumbrados a ir a spas urbanos o de hoteles y que solicitan un mayor tiempo en los circuitos termales de los 90 minutos de duración que tienen. “Los doctores son claros, no es un agua para estar toda la tarde metidos, porque genera tal desestrés y placer que lo conveniente es graduarlo”, apostilla Lois, quien incide en que es un elemento “por prescripción médica” de los profesionales que forman parte de sus centros, de ahí que sean aguas no recomendadas para personas con la tensión muy baja o con problemas cardíacos.

 

Agua envasada

En lo que a las aguas minerales se refiere, Castilla y León es la tercera comunidad con mayor producción, con 915 millones de litros, por detrás tan solo de la Comunidad Valenciana (1.415 millones) y Cataluña (1.393 millones), según los datos recogidos por la Estadística Minera de España del Ministerio de Transición Ecológica.

Según estos mismos datos, en España se envasan 142 marcas de agua mineral, aunque el número de plantas embotelladoras es algo inferior porque algunas plantas envasan más de una marca. Castilla y León es la segunda comunidad con mayor número de plantas, con 16, por detrás de Cataluña, que cuenta con 29.

También en esta materia se presentan perspectivas optimistas, ya que según la Junta de Castilla y León están en fase de reapertura plantas que habían suspendido su actividad en El Oso (Ávila), Valverde de La Virgen (León) y Aldeatejada (Salamanca), mientras que hay un nuevo proyecto autorizado en el municipio de Villamanín (León).

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