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La contaminación del aire cae en Valladolid y Burgos un 36% y un 42% durante la pandemia

Ecologistas en Acción atribuye estos abultados descensos a la reducción de la actividad industrial y del tráfico en las ciudades por la menor movilidad por el COVID-19

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La contaminación del aire en Castilla y León en las ciudades españolas ha mejorado notablemente este año como consecuencia de la reducción drástica del tráfico generada por la menor movilidad por el COVID-19. Este descenso llega, hasta el mes de octubre, al 36 por ciento en el caso de Valladolid y al 42 por ciento en el caso de Burgos, según recoge el informe ‘Efectos de la crisis de la COVID-19 sobre la calidad del aire urbano en España’ elaborado por Ecologistas en Acción a partir e las mediciones oficiales realizadas en 26 ciudades españolas, entre ellas Burgos y Valladolid.

Los niveles de contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno (NO2) en el conjunto de las ciudades estudiadas son un 38 por ciento inferiores en los ocho meses que van de marzo a octubre de 2020 que en la media de los meses equivalentes en la década anterior (2010 a 2019).

En el caso de Valladolid, el descenso de los niveles de contaminación alcanzó el 36 por ciento de media entre sus siete estaciones de medición, aunque la reducción de la estación de tráfico del Paseo de Arco de Ladrillo, que es la que habitualmente alcanza los niveles más elevados de este contaminante, fue del 35 por ciento.

Tras la declaración del primer estado de alarma, el 14 de marzo, se produjo una reducción drástica de los niveles de contaminación atmosférica por NO2 en las principales ciudades españolas. La reducción fue notable en estas fechas (14 de marzo a 21 de junio), cuantificada en Valladolid en un 50 por ciento respecto al mismo periodo de la última década, un dato que fue del 49 por ciento en el caso de Burgos en este mismo periodo.

Con el fin del primer estado de alarma y el inicio del verano, empezaron a verse diferencias entre ciudades, que podrían estar motivadas por los distintos ritmos de vuelta a la actividad habitual según los sectores predominantes. En Valladolid, la reducción respecto a la media de la década anterior fue del 28 por ciento, la misma que en el conjunto de las ciudades estudiadas, mientras que en Burgos alcanzó el 35 por ciento.

La reducción total de la contaminación en septiembre y octubre fue en Valladolid del 24 por ciento respecto a la década anterior, por debajo de la media de las ciudades estudiadas (29 por ciento), mientras que en el caso de Burgos llegó al 39 por ciento, según refleja el estudio recogido por la Agencia Ical.

El uso de un periodo de estudio de ocho meses permite descontar el efecto de la meteorología y da robustez a las conclusiones que pasan por que, aunque durante la primavera, la meteorología pueda haber contribuido a rebajar los niveles de contaminación por las elevadas precipitaciones, la extensión espacial y temporal de estos descensos apunta a la reducción de las emisiones de transporte e industria como el factor decisivo.

Según Ecologistas en Acción, la crisis de la COVID-19 demuestra que la reducción estructural del tráfico motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son “la mejor herramienta” para rebajar la contaminación del aire en las ciudades. A su juicio, el final del periodo más agudo de la crisis “no puede llevar a una vuelta a la normalidad en lo que a movilidad se refiere, y mucho menos a un aumento del uso del vehículo motorizado privado en detrimento de formas de movilidad más sostenibles”, como parece indicar el aumento de los índices de tráfico para casi todas las ciudades, en los últimos meses.

Para evitar la vuelta a patrones de movilidad insostenibles, Ecologistas en Acción propone que en la nueva normalidad se establezcan y consoliden buenas prácticas como la compra de proximidad, el teletrabajo voluntario, la administración electrónica o el escalonamiento de horarios laborales. Además, debe potenciarse la movilidad activa peatonal y ciclista, cediendo más espacio para estos medios y estableciendo el límite de velocidad urbana en 30 kilómetros por hora, como primer paso hacia la implantación de una zona de bajas emisiones.

 

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