“¡Quieren acabar con el campo!”

Unos 200 tractores, organizados a través de ‘WhatsApp’, toman las principales rotondas de acceso a Salamanca para protestar contra la falta de rentabilidad de las explotaciones agrarias tras los rectores de la PAC y el incesante incremento de costes

Un empleado de Asprodes conduce pacientemente a un grupo de personas con necesidades especiales caminando en pleno asfalto. Lo hace por el desierto tramo de la SA-20, en el kilómetro 92, hacia la conocida como ‘rotonda de E. Leclerc’, en Carbajosa de la Sagrada, que está tomada por un centenar de tractores. En el sentido contrario, una inmensa fila de vehículos detenidos engulle el microbús en la que trataban de llegar, como cada día, al Centro Ocupacional El Cueto. Llevan dos horas esperando y, al final, tendrán que intentarlo a pie y abandonar en la espera al conductor. Como ellos, decenas de turismos se agolpan en el carril izquierdo hasta la glorieta ‘de la BMW’ y, en el derecho, una fila de camiones une enlaza ambas rotondas.

 

Susana Martín / ICAL. Agricultores cortan con sus tractores la rotonda de E.Leclerc en la circunvalación SA-20

 

Es el caso de Klayton, camionero brasileño que transporta una decena de vehículos nuevos de la marca Opel. Debe descargar uno de ellos a solo kilómetro y medio, y su siguiente destino es Madrid, pero lleva cuatro horas detenido en el mismo punto. A pesar de ello, descuelga sus brazos por la ventanilla y responde a Ical con una sonrisa de oreja a oreja. “Tienen que reivindicar sus derechos. Es importante”, considera. La rotonda a la que pretende acceder está colapsada por un centenar de máquinas y unas 80 personas, según los datos facilitados a mediodía por la Subdelegación del Gobierno en Salamanca. Los rostros en el interior de los turismos, más apremiados, tampoco indican tensión, ni resentimiento. Tal vez desconcierto, pero no incomprensión.

Unos 30 tractores y 50 personas hacen lo propio en la glorieta anterior, en el kilómetro 93 de la SA-20. Otros puntos de acceso a la ciudad también están afectados. En Buenos Aires, en el kilómetro 337 de la N-630, hay 30 tractores y un centenar de personas. Un kilómetro más allá, ya en Villares de la Reina, junto al estadio Helmántico, unos 25 tractores y otras tantas personas dificultan la circulación por el acceso norte. También en Santa Marta de Tormes, en el kilómetro 98, actúan unos 30 tractores y unas 120 personas. En la provincia, una docena de tractores y unas 80 personas producen un corte en el kilómetro 293 de la A-62 y, a la misma altura, en el 291 de la N-620, en La Fuente de San Esteban. Además, la ciudad está tomada en plaza España, Canalejas y el paseo de San Antonio.

 

 

El ambiente en la rotonda de E.Leclerc es de calma tensa. Grupúsculos de agricultores y ganaderos ataviados con chalecos se reúnen en distintos puntos de la misma para tomar decisiones. Algunos hablan, incluso, con los conductores en la carretera que viene de Madrid, donde la fila de vehículos es interminable, y dan explicaciones. Banderas de España y pancartas, sí, pero también mesas de camping, tortilla de patata y cerveza. No solo esta jornada será larga, sino que precede a una serie de movilizaciones que, por el momento, no tienen previsto su fin. “Lo primero que queremos es respeto. Somos el sector de este país al que menos se tiene en cuenta, al que peor se trata y peor se mira, cuando somos esenciales para que todos podamos comer”, responde a Ical Fernando Corrionero, agricultor y ganadero con explotaciones en Alba de Tormes.

 

“Nos llevan a la ruina”

A partir del respeto, piden un cambio de paradigma en las políticas que les afectan, aquellas que tienen que ver con cómo desempeñar su labor y la retribución que, al final del día, pueden obtener, por ella. “Que no nos hagan hacer cosas absurdas como la política ‘ecoverde’ que nos quieren aplicar y que nos lleva directamente a la ruina. Están obligándonos a mantener unas prácticas agrícolas que nos se han hecho jamás porque no son sostenibles económicamente. Cuando hablan de ecología y de conservar, entendemos que lo primero que habrá que conservar es a la gente. No estamos dispuestos a algo que nos aboca a la extinción”, sentencia con la firmeza de quien tiene muy claro el discurso porque, para su desgracia, no es nuevo.

Los precios de los insumos, como abonos, herbicidas o el propio gasóleo, han llegado a unos niveles “insostenibles”. “A la par que eso sube, nuestros precios están por los suelos por la importación de terceros países, que no cumplen los mismos estándares de calidad ni pasan por los mismo controles que nos aplican a nosotros. Por lo tanto, estamos en una desventaja terrible. A nosotros nos imponen los precios de lo que compramos y de lo que vendemos, con lo cual todo el mundo amplía sus márgenes a costa de reducir los nuestros. Hasta un punto en que ya no es sostenible”, certifica el agricultor y ganadero.

 

 

Entre los conductores, buscan comprensión sin apartarse de su responsabilidad en el caos que invade, a ráfagas, la ciudad. “Nosotros hablamos con la gente que está en la retención y tratamos de hacerles entender que preferiríamos estar en nuestro trabajo a estar aquí. Aquí estamos perdiendo de alimentar a nuestros animales y de labrar nuestras tierras. Pero si estamos aquí es porque ya no nos queda otra solución. Hasta que se den cuenta de que las cosas que nos hacen hacer no tienen sentido, están pensadas por una gente que no conoce, en absoluto, lo que es el sector agrario y las peculiaridades que tenemos”, insiste.

Carrionero apoya la manifestación convocada ‘boca a boca’ y pide mayor premura a las organizaciones profesionales agrarias, de las que, además, forma parte, y quienes no han esperado para hacerse notar. “Hay veces que en la dirección de las opas tardan en recoger el clamor de los afiliados de a pie. Ese es el principal motivo. Eso no es una cuestión política, cualquiera que está aquí lo que defiende es su explotación, su forma de trabajo. Y hay veces que las cúpulas directivas tardan en hacerse eco de lo que dice la gente de a pie. Hay demasiada distancia entre los afiliados y las direcciones”, considera. Nada de política, eso sí. “En los grupos de WhatsApp se han dicho cosas que están fuera de lugar, como pasa en todas las redes sociales, pero también ha habido gente muy sensata que lo que ha hecho es pedir unión. Porque solo se trata de defender el sector y no de hacer demagogia pura”, apunta.

 

Susana Martín / ICAL. Agricultores cortan con sus tractores la rotonda de E.Leclerc en la circunvalación SA-20

 

Las generaciones venideras

Tras la vuelta completa a la rotonda, casi en la misma salida del lado inverso, el agricultor Ezequiel Blanco, de Alconada, aguarda con su chaleco amarillo reflectante apoyado en su coche. En el capó lleva el cartel de ‘vehículo especial’ pues le sirve para lanzar su cosechadora cuando tiene que moverla por carretera. Le obliga la normativa de tráfico. “El campo está cansado de aguantar. Todo es burocracia, hay papeleos para todo. Quieren acabar con el campo y la gente no se lo está creyendo”, afirma, con cierta resignación pero decidido a intentar cambiarlo, Por él no va a ser.

No es una cuestión de los agricultores o de los ganaderos, es algo que atañe a toda la población, desde su punto de vista, y trata de hacerlo entender. ”A la gente de a pie solo le pedimos que tengan paciencia porque estamos reivindicando por ellos, no por nosotros. Nosotros estamos dando de comer a todo el mundo. El que tiene ovejas, con ovejas, el que tiene chotos, lo mismo, el que tiene remolacha, azúcar, patatas… Es la cesta básica de la compra. Todo depende de la agricultura”, reitera.

Cuestión, dice, de futuro. “¿Por qué está Europa levantada en armas? Que piensen en lo que hacen los franceses, los italianos, los alemanes. Todo el mundo. Y por nosotros no hace nadie nada. Llevamos así muchos años. Nos dejamos cerrar La Azucarera, nos cierran los negocios. Y el problema, ¿sabes cuál es? Las generaciones que vienen por detrás. Cuando nos vayamos los de 50 y 60 años, a ver quién va después al campo”, se pregunta. Los jóvenes no quieren dedicarse a la agricultura. Mira, cada tractor de estos vale 300.000 euros. Y los cereales todos los días bajando. Así que las explotaciones no son rentables ¿Qué hacemos?”.

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