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Villalar: un canto de esperanza

La espesura del silencio de la campa de la localidad se rompe a mediodía en decenas de balcones y ventanas de Castilla y León, al sonido de dulzaina y voces sonoras que recuerdan el romance de Luis López

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ICAL. El Nuevo Mester de Jugalaría durante su actuación en Villalar. Archivo

 

‘Mil quinientos veintiuno / y en Abril para más señas / en Villalar ajustician quienes justicia pidieran / en Villalar ajustician quienes justicia pidieran / Malditos sean aquellos que firmaron la sentencia, / malditos sean aquellos los que ajusticiar quisieran / al que luchó por el pueblo y perdió tan justa guerra’. La espesura del silencio de la campa de la localidad vallisoletana, donde hoy predominó casi un ambiente fúnebre, se rompió a mediodía en decenas de balcones y ventanas de la Comunidad, al sonido de dulzaina y voces sonoras que interpretaron ‘El canto de la esperanza”, el romance de los comuneros, obra del autor berciano Luis López Álvarez, publicado por primera vez en 1972 y llevado a la música más adelante por diferentes grupos tradicionales y de folk, entre los que destacan los segovianos Nuevo Mester de Juglaría.

La iniciativa nació la semana pasada en las redes sociales por parte de la Escuela de Música Tradicional ‘Tierra de Pinares’, de Aldeamayor de San Martín (Valladolid), y la asociación La Atalaya, para interpretar hoy a mediodía el que está considerado el himno de Castilla. La idea ha corrido como la pólvora, incluso en las casas regionales de Barcelona y Madrid. Por ese motivo, se han extendido partituras en grupos de amigos y se ha distribuido en escuelas de folclore para que los vecinos lo escuchen, tal y como afirmó a Ical el director de la Escuela de la localidad vallisoletana, Luis Ángel Fernández, que hará lo propio en su domicilio.

 

JL Leal / ICAL. Mario Martínez, profesor de las escuelas de folclore de de Zamora

 

No se quedará atrás el zamorano Mario Martínez, profesor de las escuelas de folclore de la ciudad, música y divulgador de esta cultura. Salió a su balcón con dulzaina, flauta y tamborín para interpretar el himno, el cual se escucha anualmente en Villalar, donde acude todos los años. Allí, suele participar de forma intensa en la elaboración de la comida y la estructura de la llamada caseta de los dulzaineros, que se denominó así “tras nacer en un foro de MSN”, ironiza.

Presume de que este espacio elabora 600 raciones de arroz a la zamorana, en torno al cual se une “todo el folclore de Castilla y León”. “Es sitio obligado, junto al escenario si se actúa. Es de las pocas casetas que no tiene ninguna motivación política, laboral o reivindicativa”, destaca.

Martínez asegura estar “muy resiliente” con la situación, un concepto muy utilizado hoy en día. “Intentamos sacar toda la bondad y aprender. No puede ser Villalar, pues no pasa nada. Nos tiene que dar pie a idear otras cosas para juntarnos otros días más adelante. Es una forma positiva de ver las cosas. No nos lamentemos, pensemos en cómo hacerlo en otros entornos”, subraya.

El canto de esperanza llegó también a las calles de Valladolid, donde David Gómez entonó primero este tema comunero y después lo implementó con la conocida jota comunera de Silverio: “La tengo ensayada y es muy típico escucharla en la campa de Villalar. No es un tema complicado, pero tiene ciertos compases que hay que tener afianzados”, comenta.

Gómez, que reside con su mujer y su hijo, pertenece a la Peña Los Comuneros de la ciudad del Pisuerga, “que ya ha convertido en tradicional cantar este himno castellano, da igual si son fiestas, Navidad o Villalar”.

 

Brágimo / ICAL. Los folcloristas Esther Miguel y Alfonso Zapatero interpretan un tema en el Día de la Comunidad desde la ventana de su casa en Palencia

 

Un matrimonio muy comunero

En Palencia residen Alfonso Zapatero, profesor de inglés y dulzainero, y su mujer, Esther Miguel Alonso, directora del Grupo de Danzas Jorge Manrique. Música y baile tradicional entre todas las pareces del domicilio. Este 23 de abril han salido al balcón, él con la dulzaina y ella con la caja de percusión, con ropa castellana, “de antigua usanza”. “Hemos interpretado el canto de esperanza en recuerdo a Villalar, donde vamos todos los años, nos vemos amigos, tocas por las casetas y saludas a unos y otros. Es un buen día de compañerismo, pero si este año no se puede, pues no se puede”, comenta Zapatero, quien destaca que lo importante “es no saturar la sanidad y que la gente lo pase bien en su casa”.

Este palentino empezó con la danza tradicional a los 16 años y tiene 56. Tanto su mujer como él son habituales en las fiestas de Candelas en la Catedral de Palencia y otras actividades. “Hemos seguido con ello porque nos gusta, tenemos buen vestuario”, desliza Zapatero, quien destaca que su mujer cuenta con la primera catalogación de castañuelas de España, con 90 pares propios, recopilaciones originales de Palencia.

 

Nacho Valverde / ICAL . El dulzainero Jesús Costa, comparte con sus vecinos el homenaje a los comuneros

 

Por último, Jesús Costa, profesor y propietario de la Escuela de Dulzaina que lleva su nombre, en el barrio segoviano de San Lorenzo, salió a su balcón a hacer sonar la dulzaina con el canto de esperanza. Habitual, de forma intermitente a Villalar, asegura que “le da pena y es una faena” porque es la cita “más grande de España en asuntos comuneros y de música tradicional”.

Recuerda que no todos los años puede acudir a la cita en la localidad vallisoletana porque en la capital del Acueducto se celebran tres eventos anuales de dulzaineros, “en un tono casi familiar”: la primera es precisamente el 23 de abril, la siguiente el 29 de junio, San Pedro, y el 25 de octubre, en San Frutos. “Vamos a la Plaza Mayor y se anima el ambiente y toca un gran repertorio” concluye.

 

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